Esta es una sección transversal de un tallo de tembladera en un punto más próximo del ápice del tallo que del suelo observada con microscopía de fluorescencia. Las figuras A y B muestran imágenes iluminadas usando el filtro para DAPI (en torno a los 358 nm de longitud de onda: ultravioleta) con el que se aprecian bien las paredes celulares, mientras que las figura C muestra una imagen tomada con el filtro para rodamina (en torno a los 532 nm de longitud de onda) donde se oberva sobre todo el contenido celular.
La epidermis está formada por una capa de células ligeramente cutinizadas. Otra característica de las plantas monocotiledóneas es la presencia de una o dos capas de esclerénquima debajo de la epidermis, sustituyendo al colénquima presente en otros grupos de plantas. Esta capa de esclerénquima no es totalmente paralela a la epidermis, sino que deja espacios para la presencia de parénquima clorofílico, el cual no se aprecia en la figura B con el filtro para DAPI, pero sí con el filtro para la rodamina, donde se observan este tejido con células con abundante contenido intracelular. El parénquima clorfílico va desapareciendo a medida que nos desplazamos hacia la base del tallo, es decir, en secciones más basales (no mostrado). Asimismo, hay una serie de haces vasculares de pequeño tamaño en contacto con la epidermis en su parte externa y con la capa de esclerénquima en la más interna.
Los haces vasculares más grandes se sitúan más internamente a la capa de esclerénquima y muestran el aspecto típico de los haces vasculares de monocotiledóneas. Cada haz vascular está rodeado por fibras de esclerénquima que forman una vaina denominada fascicular. El floema primario está constituido casi enteramente por metafloema. En el caso de las monocotiledóneas se aprecia muy bien en el metafloema la diferencia entre tubo criboso y célula acompañante (no se puede distinguir aquí, pero ver apartado de tejidos conductores).
Los haces vasculares más internos se encuentran inmersos en tejido parenquimático, cuyas células son más grandes a medida que nos alejamos de la capa de esclerénquima. Como se puede apreciar en la figura C, estas células parenquimáticas no tienen mucho contenido interno y están consitituidas por una gran vacuola, al menos cuando se comparan con las células del parénquima clorofílico. El parénquima termina por desaparecer hacia el interior del tallo, dejando hueco el eje central
